Exposición AUSCHWITZ: «No hace mucho. No muy lejos».

(Madrid Low Cost)
Artículo-colaboración de Sofía Barrios (@ViridisOculos)

Este año en la universidad nos han enseñado que las exposiciones en los museos tienen siempre una finalidad. Ésta puede ir desde reivindicar la trayectoria de un artista o dar a conocer un personaje histórico, hasta conmemorar el aniversario de algún descubrimiento. La exposición que se celebra estos días en Madrid sobre el campo de exterminio de Auschwitz no es una excepción. Así como en algunas exposiciones esta finalidad no está tan clara, en la hoy tratamos es más que evidente ya desde su subtítulo «No hace mucho. No muy lejos»: Auschwitz puede parecer algo muy lejano en tiempo y en territorio, pero no lo es, y no se deben olvidar los horrores que allí acontecieron.
Archivo propio.
La exposición, situada en el Centro de Exposiciones del Canal de Isabel II en Madrid, consta de 25 módulos en los que se narra la historia de Auschwitz, desde mucho antes de la llegada de los nazis hasta el final de los campos de exterminio. En cada uno de ellos encontramos fotografías, objetos reales, maquetas y vídeos con los testimonios de algunos de los supervivientes. Desde mi punto de vista, estos testimonios son lo más importante de la exposición. Cuando escuchas las palabras de un hombre o una mujer que sobrevivió al horror, y te cuenta sus experiencias, las atrocidades que padeció, es cuando realmente entiendes el mensaje que la exposición te trata de transmitir: no olvides

Para entender bien la exposición y sacarle el mayor partido posible, es necesario el uso de la audioguía. A mí, personalmente, no me gustan las audioguías en general, pero he de admitir que, sin ella, la exposición habría estado incompleta. Los textos explicativos que encontramos a lo largo de la exposición no son suficiente para entender del todo la visita, por lo que su uso es más que recomendable. Es importante mencionar, sin embargo, que con la audioguía la visita puede extenderse hasta las 3 horas (como fue mi caso), dato importante a la hora de sacar la entrada. 
Archivo propio.
Dentro de la exposición me gustó que se hiciera mención al embajador español Ángel Sanz Briz, conocido como el Ángel de Budapest, un personaje muy poco conocido de nuestra historia reciente. Desde su puesto como embajador de España en Hungría consiguió salvar a más de 5.000 judíos otorgándoles el pasaporte español, alegando el derecho que los judíos sefardíes tenían de ser españoles al haber sido expulsados de España por los Reyes Católicos (siendo en realidad apenas 200 verdaderos sefardíes). Por su esfuerzo, el gobierno israelí le proporcionó el mérito de Justo entre las Naciones, expresión que emplean los hebreos para referirse a aquellas personas no judías que merecen un respeto especial. 

De entre los objetos reales, me parece importante destacar todas las maletas que los prisioneros llevaron a Auschwitz, les fueron arrebatadas al llegar y podemos encontrar hoy situadas en una amplia galería llena de fotografías de los prisioneros a su llegada al campo de exterminio. Una de las primeras piezas que nos encontramos es este zapato rojo, cuya dueña anónima probablemente perdería su vida en los horrores de Auschwitz. Tenemos, además, piezas como estas literas, en las que dormían los prisioneros, un pijama de rayas y una de las barracas donde se alojaban.
Archivo propio.
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Ésta fue una de las piezas que más me conmovieron. Se trata de un regalo que le hizo un grupo de mujeres jóvenes a una amiga suya por su cumpleaños. La audioguía nos cuenta que el mero hecho de escribir sus nombres hubiera sido excusa para ejecutarlas a todas y ellas, sin embargo, por tener un detalle con su amiga, decidieron asumir ese riesgo.
Archivo propio.
Entre los numerosos paneles explicativos también éste me pareció especialmente significativo, ya que siempre se habla de la multitud de judíos que fueron asesinados y nos olvidamos de todos los demás grupos que fueron también víctimas del genocidio nazi. Del mismo modo, se hace referencia en otro panel a los prisioneros españoles en Auschwitz. 
Archivo propio.
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En definitiva, estamos ante una exposición dura, fuerte, a la que hay que ir mentalmente preparado, ya que vamos a ser testigos de todos los horrores de Auschwitz. Sin embargo, también hay un hueco para la esperanza y la bondad. En más de un módulo se hace referencia al lado más humano de las personas, al compañerismo entre los prisioneros, a aquellos que se la jugaron y dieron su vida intentando dar a conocer al mundo lo que estaba sucediendo. 

Mucha gente puede pensar que no es necesaria una exposición de este tipo, que ya es sobradamente conocido todo lo que sucedió en Auschwitz. Yo pensaba igual, hasta que fui. Todos sabemos lo que ocurrió, sí, pero no es lo mismo leerlo que escucharlo de los supervivientes, ver objetos reales, contemplar una barraca, las duchas de gas, o un trozo de valla. Es necesaria para recordar al mundo que el ser humano es capaz de las mayores atrocidades, y que buena parte de ellas no ocurrieron en un lugar lejano, hace mucho tiempo. Debemos recordar el pasado porque, en palabras del filósofo español George Santayana, «quien olvida su historia, está condenado a repetirla»
Archivo propio.
Artículo-colaboración de Sofía Barrios (@ViridisOculos)

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