Ética e investigación médica en la Alemania Nazi

En la entrada de hoy, gracias también por el interés que me ha despertado mi hermana (estudiante de Farmacia) sobre la historia de la industria farmacéutica, vamos a ver su desarrollo a principios del siglo XX, centrándonos en la Alemania Nazi (algo que seguramente a nuestros seguidores despertará tanto interés como diversas opiniones), pero que a mí, personalmente, me ha interesado bastante.

Como consecuencia de las revoluciones liberales europeas, nacieron políticas encaminadas a dar cobertura sanitaria a las sociedades europeas. Dichas políticas fueron surgiendo por ejemplo durante al República de Weimar (1918-1933) y su modelo llegó a exportarse a otros países europeos. 

Durante esta República se desarrollaron nuevos tratamientos clínicos, conformes a unos principios de ética médica (propios de ese momento), en el que se comienzan a tener presente la consideración de riesgos y su relación con los beneficios que se pueden obtener del resultado del tratamiento. También se comienza a tener en cuenta al paciente, teniendo presente su consentimiento ante cualquier nueva terapia experimental, realizándolas únicamente si eran urgentemente necesarias; cumplimentar informes detallados o publicar los resultados respetando la dignidad de los pacientes, entre otras. 

Todas ellas, formaron parte de una serie de normas reguladoras en cuanto a la experimentación médica con finalidad terapéutica. Dichas normas fueron puestas en la Circular del Ministerio del Interior Alemán, en 1931, sobre Normas de Nuevos Tratamientos y Experimentación Humana.
Extracción de principios activos de plantas para medicamentos
La llegada de Hitler al poder en 1933 produjo una ruptura con estas prácticas, poniendo en práctica otras con la idea de justificar "la raza aria". De esta manera, se aprobaron leyes como la Gesetz zur Verhütung Erkrankung Nachwuchses o más conocida como Acta de esterilización, promulgada en ese mismo año. 

A través de dicha ley, un tribunal (compuesto por dos médicos y un juez), se esterilizaba obligatoriamente a pacientes que se les había diagnosticado diversas enfermedades como debilidad mental congénita, esquizofrenia, epilepsia hereditaria, pronunciadas malformaciones corporales hereditarias u otras como la ceguera o sordera congénitas. Algo que, actualmente, diríamos que es descabellado. Dichas prácticas se mantuvieron en la práctica hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, llegando a esterilizar, como defiende X. Sierra, a unas 400.000 personas (0,5% de la población total)[1]

Junto a ello, a partir de una ley emitida el 15 de julio de 1933, el Estado comenzó a desarrollar cárteles industriales obligatorios, es decir, producir una serie de cantidades de diversos productos como acero, cemento, derivados del yodo, hierro, cristal, productos químicos o farmacéuticos. Concretamente, en el sector del que hoy estamos hablando, Alemania se adhirió a 14 cárteles internacionales de productos farmacéuticos [2]. 
El interior del campo de Auschwitz en la actualidad (Archivo propio de Licencia Histórica)

Así, el Estado con los diferentes cárteles acordaban las condiciones de venta o sus precios. Con el comienzo de la II Guerra Mundial, al desarrollarse una economía de guerra en el país, se daba prioridad a las necesidades del ejército.

Al mismo tiempo que se promulgaban estas leyes se fueron creando los primeros campos de concentración como el de Dachau, que gradualmente se pusieron bajo la jurisdicción de las SS. Así para 1939, fecha inicial de la II Guerra Mundial, se habían establecido ya otros cinco campos de concentración,aunque el que nos venga siempre a la mente sea Auschwitz (que fue construido un año posterior): Sachsenhausen (1936), Buchenwald (1937), Flossenbürg (1938), Mauthausen (1938) y Ravensbrueck (1939). 

Ya durante el enfrentamiento bélico, este sistema se fue expandiendo rápidamente y se fueron convirtiendo en lugares donde fueron retenidos y asesinados millones de personas, en su mayoría judíos, lo que llamamos Holocausto, como bien sabemos (aunque también había otras minorías como gitanos u homosexuales, entre otros) [3].

Dentro de esos campos de concentración o exterminio, los prisioneros trabajaban como esclavos y en condiciones infrahumanas. Sin embargo, trajo beneficio para las SS y el régimen nazi que destinaban en la industria farmacéutica con el objetivo de realizar nuevos ensayos clínicos y experimentos sobre esos prisioneros, utilizándolos, como solemos decir, de cobayas.

En cuanto a medicamentos, la industria farmacéutica de este momento, comenzaron a experimentar con vacunas como en el hospital de Cyste o en el gueto de Varsovia, ensayando sulfamidas, que causaron la muerte de muchos de los sujetos de los experimentos. Otras prácticas realizadas por los médicos nazis como por ejemplo Eugen Haagen, en los diferentes campos de concentración, fue infectar a los prisioneros con la enfermedad del tifus para experimentar diversas vacunas sobre ella. 

I. G. Farben en Frankfurt, 1959-60
Esta barbaridad se puede ver claramente a través del testimonio de uno de los testigos de esta brutalidad como lo fue Heugen Kogon, que extraemos de El Viento en la Noche, una página de aproximación literaria testimonial:

"Para mantener los cultivos de tifus, se utilizaba una tercera categoría de sujetos de experimentación. Eran las llamadas "personas de tránsito", entre tres y cinco personas por mes. Se las contagiaba únicamente con el fin de asegurar un suministro constante de sangre infectada de tifus [...]".

Como es lógico, casi el 100% de las personas sometidas a este experimento murieron.

Envases de Zyklon B.
Otra de las atrocidades que desarrollaron fue el pesticida Zyklon B, patentado por la industria farmacéutica I. G. Farben, por la que obtuvieron bastantes beneficios.Dicha empresa, colaboró con las SS en Auschwitz y fue la única compañía alemana que tuvo un propio campo de concentración, en el que murieron alrededor de 30.000 personas y otras fueron enviadas a las cámaras de gas. Dicho pesticida Zyklon B provocó la muerte de millones de judíos, gitanos y soviéticos.

Tras la guerra, las naciones aliadas iniciaron los llamados Juicios de Núremberg, que tuvieron lugar entre el 20 de noviembre de 1945 al 1 de octubre de 1946. En él, se juzgaron a los principales culpables de crímenes que atentaban contra la humanidad, la paz y de guerra. La autoridad del Tribunal Militar Internacional organizado, surgió como consecuencia del Acuerdo de Londres del 8 de agosto de 1945. De las deliberaciones de estos juicios surgió el llamado Código Núremberg, publicado el 20 de agosto de 1947, donde se recogieron 10 principios sobre la experimentación médica en seres humanos, creando una nueva ética sobre esto. El texto está disponible en PDF, pulsando aquí

A través de él se le comienza a dar más valor a la persona que a la ciencia, considerándose el primer marco normativo en cuanto a investigaciones médicas, reconocido internacionalmente. Un año después, y vinculado a este tema, el 10 de diciembre de 1948 se aprobó en una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). En ella se reconocía el carácter inviolable de la vida humana y la integridad de las personas, respetando de este modo, a todo ser humano. 

Eleanor Roosvelt con una copia en español de la DUDH
Sin embargo, los principios de la investigación en seres humanos no quedarían fijados hasta la Declaración de Helsinki de 1964, proclamada por la Asociación Médica Mundial (AMM). A través de ella, se crearon nuevos principios éticos para guiar a la comunidad médica y a personas que se dedican a la experimentación con seres humanos; y también, a regular esas investigaciones. De esta manera, y con el fin de mantener estos principios, se ha ido sometiendo a varias revisiones, que han llegado hasta el año de 2008.

En este punto y ya, como colofón, ¿podemos separar ética de ciencia? ¿La bioética ayuda a desarrollar nuevas investigaciones o las contrarresta? En mi opinión, creo, al igual que M. L. Pfeiffer que "la ciencia y los científicos, deben estar sostenidos por la comunidad para retornar a la comunidad como beneficios solidarios. Ni las instituciones, ni los científicos, ni las grandes empresas pueden usar la ciencia como instrumento para su propio beneficio, por razones que vienen principalmente de la ética pero que no son ajenas ni debieron llegar a serlo, de la misma ciencia" [4]. 

Después de exponer un poco el tema, me han surgido estas y otras preguntas, que espero sean objeto de debate y discusión (ético, ya que estamos) pero sobre todo de aprendizaje. 

PD: Doy gracias a mi hermana por darme temas con los que aprender, indagar y preguntarme, porque sino la vida no sería interesante. 

Fuentes consultadas:

[1] X. Sierra: "Ética e investigación médica en humanos: perspectiva histórica", Actas Dermosifiliográfica, vol. 102, nº 6, julio-agosto 2011, pp. 395-480.
[2] A. Piga Rivero y Mª Teresa Alfonso Galán. El desarrollo de la industria farmacéutica en Alemania. Universidad de Alcalá.
[4] L. Pfeiffer: "Investigación en medicina y derechos humanos", Andamios, vol. 6, nº 12, México, diciembre 2009.

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