La Batalla de Brunete, 80 aniversario. Una experiencia docente en el I.E.S. Las Encinas.

Como os anunciamos en la presentación de la nueva temporada vamos a empezar a contar con Daniel Núñez Tejada. Profesor de Historia de la Comunidad de Madrid, Daniel va a traernos artículos extraídos desde la más directa experiencia docente. Con ello creo que el blog se verá enriquecido. Espero lo disfruten. 


Acercarnos al blog de un gran amigo me supone un doble reto. Por un lado, ser capaz de interesar al lector en un ambiente más docente, de formación profesional, y menos investigador; por otro, tratar un tema que ya ha sido tan desgranado y polémico que exige un ejercicio severo de rigor e innovación.

Durante el verano de 1937, el oeste madrileño se convirtió en el principal escenario de la guerra civil. La presión de las tropas sublevadas sobre el sector septentrional peninsular, marcado por la masacre de fines de abril en Guernica, exigió al alto mando republicano, encabezado por el tándem Miaja-Rojo, una maniobra de distracción que llevaría a lanzar dos líneas de ataque en un movimiento de pinza sobre la carretera de Extremadura. Tras unos días de éxito, las compañías de Líster y El Campesino tomaron Brunete y avanzaron hasta cruzar el Guadarrama, donde fueron detenidos a la altura del cerro Mosquito, en las proximidades de Boadilla del Monte. La supremacía aérea y la llegada de las expertas tropas del norte detuvieron la ofensiva republiacana que únicamente consiguió retrasar lo inevitable, la caída de la cornisa cantábrica en manos de las tropas franquistas. 

En los albores del 80 aniversario de la principal batalla vivida en las proximidades de la capital, como vecino de la zona, profesor e historiador, sentí que era necesario un pequeño esfuerzo que sintetizase el conocimiento académico y la convivencia vecinal, poniendo en contacto dos generaciones antagónicas en muchos aspectos, pero que comparten un espacio en común, el pueblo en el que viven: Quijorna.


Interior de posición defensiva franquista en Brunete.
Fuente: De otro tiempo


Con algo más de 3000 habitantes, Quijorna es un pequeño pueblo situado en las estribaciones de la sierra de Guadarrama entre Brunete y Villanueva de la Cañada. Sus alumnos de secundaria estudian en las vecinas poblaciones y desde ahí, el IES Las Encinas, se tejió una idea: sintetizar en un documental el paso de la guerra tanto en lo material, como en lo personal, a través de los relatos de los ancianos del pueblo, testigos directos del conflicto.

Con el apoyo inestimable de la asociación Brunete en la memoria y el maestro de ceremonias Ernesto Viñas, un vecino especialista en la materia, se consiguió convencer a media docena de chicos y chicas para que, más allá de un rédito académico, se lanzaran al interés de conocer sus raíces, de conocer el principal hecho histórico que ha marcado la tierra en la que viven.

Durante más de 4 meses se busco información, se visualizaron fotografías, algunas de ellas realizadas por Gerda Taro, arte y parte del binomio Robert Capa, quien encontró la muerte en el frente de Brunete mientras cubría como reportera gráfica la Guerra Civil. Mientras huía del avance de las tropas franquistas montada sobre el estribo de un coche que transportaba algunos soldados heridos, un ataque de la aviación hizo que un tanque republicano golpeara el automóvil haciéndola caer al suelo. Las cadenas del carro de combate pasaron sobre la parte inferior de su cuerpo. Aún con vida, fue trasladada a un hospital en El Escorial donde falleció en la madrugada del 26 de julio.

Líster con oficiales de la 11ª División, tras la batalla de Brunete.
Fuente: Federación estatal foros por la memoria.

Sin embargo, la búsqueda de información no fue sólo visual. 4 de los ancianos del pueblo se prestaron a ser entrevistados en el cercano poblado del Vétago, donde se gestionó la supervivencia de la población los meses finales de la guerra y los primeros años de posguerra. El contacto entre la curiosidad adolescente y las duras experiencias de los mayores quijorneros quedaron perfectamente palpables en una obra que no será, ni de lejos, el mejor documental sobre la guerra civil, la batalla de Brunete o la posguerra. Sin embargo, cumplió con creces el sentido que le vio nacer. Para unos alumnos que difícilmente van a acudir a las librerías a formarse en profundidad sobre la guerra civil, se consiguió un interés inusitado por la historia, por su historia, la vivida por aquellos con quien comparten calles. Académicamente, para alumnos de 4º de ESO, la obra es impresionante. La docencia en su máxima expresión. La Historia más allá de libros y cuadernos.      


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