De la Última Cena a la última Cruzada: en busca del Santo Grial

Los cristianos celebran estas fechas la pasión y muerte de Cristo. Uno de los capítulos más importantes, y donde se apoya el mito del Grial, es el conocido como la Última Cena, donde Jesús instituyó una nueva alianza entre Dios y los hombres. La escena es bien conocida por relatos como el de Marcos:
Y mientras comían, Jesús tomó pan, y bendiciéndolo, lo partió y les dio, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.Y tomando la copa, habiendo dado gracias, les dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo convenio, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.
Marcos 14, 22-25 

Capitel de la iglesia de Issoire en Francia. 
Última Cena. Fuente; elpasiego.com
El problema surge cuando pasamos del Jesús religioso al Jesús histórico y empiezas a informarte sobre lo que muchos historiadores opinan al respecto. Para empezar, y esto siempre me sorprendió mucho, la alianza se hace comiendo el cuerpo y bebiendo la sangre de Cristo. Eso en mi casa se llama antropofagia y así lo entendieron -y luego deformaron- los romanos, como ya explicamos en la entrada En torno a templarios y akelarres. De ella recupero este fragmento del apologista cristiano Minucios Felix, que, en su defensa del cristianismo, nos dejó un fresco muy vívido de lo que pensaban algunos romanos sobre los primeros cristianos:
Luego - ¡es horrible!- beben avidamente la sangre del niño y compiten unos con otros mientras dividen los miembros. Se sienten unidos por medio de esta víctima y el hecho de compartir la responsabilidad del crimen los induce a callar. Ritos sagrados como éste son peores que el sacrilegio. Es de sobra conocido lo que ocurre en sus fiestas. Por supuesto sé y entiendo que lo que se produce no es antropofagia sino el milagro conocido como transustanciación. 
Volviendo a la Última Cena, muchos especialistas dudan que Cristo hiciera una nueva alianza con los hombres, y menos en torno a la carne y la sangre, cosa que hubiera repudiado a cualquier judío, y Jesús de Nazaret lo era. Esta repulsa la podemos leer en el Deuteronomio (12,23):
Sólo cuídate de no comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no comerás la vida con la carne.
Si ya tenemos lío con esto ahí vamos con el siguiente. El primer relato de la Última Cena no es ni de Marcos, ni de Mateo, ni de Lucas ni, por supuesto, de Juan. El primer relato que tenemos es la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (11, 23-26), donde, seguimos con las sorpresas, en ningún momento se habla de que se celebrara la Pascua Judía. Marcos, Mateo y Lucas son continuadores del relato de Pablo y son los que hablan de cena pascual. ¿Y Juan? Juan directamente no habla ni de consagración y sí de un lavatorio de pies (Juan 13, 1-20)

Si queréis saber más sobre la última cena os dejo un vídeo del genial Antonio Piñero. Siento que Dragó y su gato vayan en el pack.


¿Y entonces de donde sale todo este lío del Santo Grial y la Última Cena? Lo fascinante es que podemos rastrear el mito. El primero en hablar de un Graal es Chrétien de Troyes en sus obras del Ciclo Artúrico, donde se menciona un objeto mágico de gran poder llamado Graal, si bien en ningún caso lo vincula al cáliz de la Última Cena. Son los continuadores del Ciclo Artúrico aquellos que lo hacen popular y dan coherencia: 

Estos son Robert de Boron en su obra José de Arimatea y Wolfram von Eschenbach en su Parsifal lo relaciona con España. Ellos son los que identifican el Graal de Troyes al Santo Grial de la Última Cena, ya en el S.XII, donde las Cruzadas y el espíritu caballeresco mucho tienen que ver. Por tanto estamos ante un mito medieval que nace en la literatura y en ella lo debemos buscar. 

Son ellos los que vinculan el Santo Grial, y de paso la lanza de Longinos, con el sanedrita José de Arimatea, el cual, según el mito, viajó a Inglaterra con las reliquias. Exactamente a la Abadía de Glastonbury, donde quedaron sepultadas tras la lucha de Sir Pelleas, defensor de la reliquia, y el ladrón Balin, si seguimos la saga de Malory, y de donde Sir Galahad las rescató y ascendió a los cielos con ellas. Allí, corriendo el tiempo y muy pertinentemente, los monjes descubrieron las tumbas nada menos que de Arturo y Ginebra en 1278. Por supuesto que esto es, de nuevo, mito.

Tumba mítica del Rey Arturo y Ginebra.Fuente: Las huellas de la tierra.
El origen del mito

Evidentemente estas historias no tienen ninguna veracidad, sino que surgen a través del sincretismo de numerosas leyendas cristianas y paganas. Los ecos célticos son evidentes en la obra de Troyes aunque luego fuesen matizados por ingleses y alemanes. Así podemos encontrar en una de las más antiguas leyendas irlandesas la historia de cómo el rey Bran o Teutatis custodiaban un caldero que revivía a los muertos. Además, hemos de hacer notar que la historia de este caldero sagrado siempre se ligaba a la poderosa lanza del dios Lug, estableciéndose un evidente paralelismo entre el cáliz y la lanza de Longinos. 

El más famoso de estos calderos es del que se custodia en el Museo Nacional de Copenhague, conocido como Caldero de GundestrupEl caldero de Gundestrup está fechado en el siglo II a.C y su ornamentación está basada en la mitología celta, encontrando en el caldero imágenes de Cernunnos y otros dioses. Destaca un dios desconocido que sumerge a guerreros muertos en un caldero, supuestamente para resucitarlos. En la mitología celta era habitual la representación de calderos mágicos, con poderes que irían desde el saber universal hasta la resurrección de muertos.

Caldero de Gundestrup
Detalle donde se ve a una deidad introduciendo a soldados muertos para revivirlos.
Fuente: British  Museum
Los supuestos Santos Griales

¿Y entonces los supuestos Santos Griales que hay en el mundo? En la Edad Media creo que tocaban a un Grial cada dos habitantes (por supuesto, esto es ironía); actualmente sólo algunos concuerdan al menos en fecha. Podríamos hablar del Sacro Cátino de Génova traía a Europa después de la Primera Cruzada o el Cáliz de Antioquía encontrada entre las ruinas de una primitiva iglesia cristiana. 
El Santo Grial de Valencia:
Muy probablemente sea el primer cáliz que fuese considerado como tal y se vincula con una tradición que asocia el Grial no a José de Arimatea y sí a nuestro San Lorenzo. Según esta tradición la última cena se celebró en casa de algún familiar de San Marcos. Este se lo dio a Pedro como incipiente cabeza de la iglesia y con él marchó a Roma. Allí estuvo hasta que Sixto II temeroso que las persecuciones de Valeriano acabaran con el Grial se lo dio a San Lorenzo y sus discípulos que intentaron huir con él a tierras españolas. 

San Lorenzo, diácono por aquella época, no acabaría el viaje, pero sí sus discípulos que llegarían a la localidad natal de San Lorenzo, Loreto, barrio de la actual Zaragoza. De ahí, y por diversos avatares históricos, pasaría entre otros lugares por la Cueva de Yebra de Basa, el monasterio de San Pedro de Siresa y por San Juan de la Peña. Allí tenemos datada su presencia entre 1071 y 1399, cuando el rey Martín el Humano se lo llevó al palacio de la Aljafería; posteriormente Alfonso V el Magnánimo lo llevó a la Catedral de Valencia, donde a día de hoy podemos admirarlo.

Cabecera de San Juan de la Peña. Fuente: porsolea.com
Decíamos que Wolfram von Eschenbach vinculó en su Parzival a España al asegurar que para escribir su historia se basó en dos fuentes básicas, Kyot de Provenza y un judío asrólogo de Toledo -¡cómo no!- llamado Flegetanis. Según estos el Grial estaba en una montaña llamada Montsalvat custodiada por los templarios. ¡Los que faltaban! Posiblemente el alemán tendría noticia del Grial de San Juan de la Peña por medio del internet, de la época: el Camino de Santiago.

Ilustración del Cáliz donde se distingue
reliquia de relicario.
 Fuente: jdiezarnal.com 
Pues con estos mimbres los nazis -demonios, ahora que lo pienso faltan los masones para ser una novela histórica mala- y más concretamente Otto Rhan, llevaron a cabo una búsqueda no muy bien orientada sobre el Santo Grial. Él interpretó que el Grial lo guardaron los cátaros en Montsalvat, lo cual no tiene mucho sentido dado que los cátaros rechazaban todas las reliquias por diversas razones. 

También apuntaron a Montserrat pero diversos autores argumenta que en el Parzival de von Eschenbach se habla de una ciudad Azaguz que podría ser Zaragoza y Montsalvat sería donde se sitúa San Juan de la Peña. Más interesante es la relación que establecen entre el rey Amphortas con el histórico Alfonso I el Batallador, conocido en documentos aquitanos como Anfortius o Aunfursus. Suena de lo más convincente e incluso cuando las biografías del rey imaginario y el real tienen similitudes. Más tarde Wagner, con tanta influencia entre los nazis, le añadiría una pátina épica a todo esto.

¿Y las pruebas arqueológicas del Santo Grial de Valencia? Sencillas. Estamos ante un vaso murrino datado entre los S. IV a.C y el S. I. Por poder pudo ser aunque, por lo anteriormente he dicho, poco probable me parece.

Vaso murrino considerado el Santo Grial de Valencia. Fuente: hispanismo.org 
El Santo Grial de León o Cáliz de Doña Urraca
Santo Grial de León
El de León salió con mucha fuerza y apoyo mediático pero, sinceramente, a los autores de Los Reyes del Grial les han desmontado el chiringuito de manera contundente. Alejandro García San Juán en su crítica para Revista de Libros no deja género de duda sobre lo que le parece el libro cuando afirma que; 
El problema de Los reyes del Grial radica en que sus autores soslayan la función que corresponde al historiador al analizar esta clase de objetos, de tal manera que incurren en una lamentable confusión entre conocimiento histórico y fantasía que, dada la formación de ambos autores, no puede atribuirse al descuido o la ignorancia. El libro ha sido escrito desde su inicio desde una calculada ambigüedad que resulta muy reveladora de sus propósitos
El director de Estudios en l’École Pratique des Hautes Études en París, Henriet, directamente se mofa de los autores en su artículo ‘Le Graal est à León! donde afirma de manera contundente que el oficio tan querido por Marc Bloch ha quedado ridiculizado y remata el catedrático de Medieval Carlos de Ayala afirmando que «Convertir en historia una leyenda es una opción no sólo imposible, sino vedada para los historiadores».

El Santo Grial en el Arte

Como decíamos el Grial nace y vive en la literatura. Disfrutemos del ciclo artúrico o de libros tan geniales como Baudolino o El péndulo de Foucault de Eco; pero, lógicamente, en el imaginario colectivo ya ha llegado más allá.

Podríamos considerar que el salto a la gran pantalla del mito del Grial es a través de Wagner, a quien ya mencionamos antes, el cual fue el primero en apagar las luces durante la representación, entre otros conceptos. Como ya mencionamos antes, Éste compuso su grandiosa ópera Parsifal basada en los escritos de von Eschenbach, que leyó en Marienbad en 1845. En esta obra, Amfortas, líder de los caballeros del Grial, tiene una herida incurable realizada por el mago Klingsor con la lanza de Longinos, robada por él del castillo del Grial. Parsifal es, según la profecía, el tonto sin malicia a quien la piedad hará sabio que consigue recuperar la lanza y sanar la herida de Amfortas.

El amor de Wagner por esta historia queda consignada en una carta escrita a Mathilde Wesendonck el 30 de mayo de 1859. Romanticismo en estado puro:
A mi juicio el Gral es el cáliz de la Cena, en el cual José de Arimatea recogió la sangre del Salvador crucificado. ¡Qué terrible significación adquiere así la situación de Amfortas con respecto a ese cáliz milagroso! Él sufre una herida, ocasionada por la divina lanza en una pecadora aventura y debe seguir consagrando la sangre que manó un día del costado del Salvador al morir en la cruz, renunciando y sufriendo por la salvación del mundo. ¡Qué abismo entre un sufrimiento y otro! 
Más adelante, Wagner escribe: En todas las fuentes primitivas de la leyenda, el cáliz maravilloso es una piedra preciosa, particularmente en las narraciones árabes de España.


La trama de la ópera sitúa el castillo del Grial en las montañas del nordeste español, en Monsalvat, ubicación legendaria que ya citamos antes. Esto explica que los nazis, tan influenciados en muchos aspectos por las obras de Wagner (aunque sólo en lo superficial), buscasen el Grial en Montserrat. Aunque alguien debería haberles hecho notar que, precisamente, el gran caballero protagonista de la ópera, representante ideal de la estética nacionalsocialista, era un alma cándida.

Si bien hay muchas películas (mayoritariamente de dudosa calidad) con cierta relación con la leyenda del Grial, la apuesta más digna, sucesora de siglos de mito, es Indiana Jones y la última cruzada.

Steven Spielberg, Harrison Ford y Sean Connery en el set de ‘Indiana Jones y la última cruzada’ (‘Indiana Jones and the Last Crusade’, 1989). Fuente: La noche intermitente
Buscad, buscad el Santo Grial pues en la búsqueda está la diversión. La búsqueda y no la meta es lo apasionante. En libros, óperas, películas o videojuegos pero buscad.

Videojuego de Indiana Jones y la última cruzada (Best Old Games)
Me despido de vosotros por esta semana diciendo que os dejaré a lo largo de la misma la bibliografía de esta entrada en nuestra sección correspondiente.

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