Universidad 3.0.


De nuevo me veo obligado a empezar este post tecleando la palabra “crisis” para escribir, en este caso, de la universidad. De principio esto no me parece mal. Las crisis son buenas, obligan a crecer, a cambiar y eso siempre es bueno. Empecemos diciendo que yo no represento a ningún estamento universitario. Soy un simple doctorando y mi opinión es tan válida como la de cualquiera de vosotros que pobláis las aulas. Dicho esto continúo. La universidad participa de la crisis que sufren estados, políticos, en definitiva la sociedad occidental en su conjunto. Estamos en un mundo en constante cambio, y el cambio va más rápido que las instituciones.

Siempre me ha gustado el cambio si es para mejor, pero esto no significa hacer tabula rasa y acabar con todo. La universidad es una institución que nació en la Edad Media y tiene una idiosincrasia propia. Criticar la universidad me parece una gran idea siempre que se haga con criterio y espíritu constructivo. Ya hablamos en este blog del libro de Jordi Llovet Adios a la universidad de manera muy positiva  y desde aquí queremos una verdadera revolución universitaria. Matizo, cambiar para seguir siendo lo mismo. Preservar lo mucho y bueno que en ella hay y mejorar aquello en que realmente haga falta. Hay cosas que son inamovibles y, digan lo que digan, nuestros profesores universitarios suelen tener un nivel excelente de formación.

La histórica Universidad de Alcalá de Heneares.
Lo que no me gusta son las numerosas críticas que leo entre los lectores que hablan de ella como un sitio excesivamente politizado, lleno de intrigas y luchas de poder y a los catedráticos como reyes de taifas que reparten prebendas sin otro rasero que un favoritismo arbitrario. Casos aislados puede haber, no lo dudo, pero tomar la parte por el todo me parece algo injusto. Muchas grandes empresas españolas comparten muchos defectos de la universidad y no veo un estado de opinión tan furibundo contra ellas. ¿A quién beneficia esta permanente campaña de descrédito que desde algunos medios  se practica?

Reitero que es una visión personal, pero en mis cortas entendederas creo que:
  1. La sabiduría pertenece y pertenecerá al personal docente.
  2. Esa sabiduría necesita con urgencia de canales nuevos de emisión y de difusión.
  3. La universidad debe abrirse a la sociedad a la que sirve a todos los niveles. Debemos enseñar y publicitar lo mucho y bueno que en ella se hace. Pero no sólo eso, debemos hacer que la universidad llegue hasta el pueblo más recóndito del mundo.
  4. La universidad debe realmente que integrarse en el tejido económico del país. Por ejemplo, que los alumnos de historia tengan la oportunidad de hacer prácticas en grupos editoriales, librerías, espacios culturales...
  5. La universidad debe hacerse un espacio de intercambio de ideas no sólo en el propio centro, sino principalmente ponerse en contacto con todas las universidades españolas e internacionales.
Ya hay algo de todo esto en la universidad. Ya se está hablando y poniendo en marcha en muchas universidades. Hablo de la universidad 3.0. Una universidad que se vuelque en las nuevas tecnologías. Tenemos Moodle, que nos permite una formación de calidad y que permitirá a todo aquel que quiera estudiar lo que quiera esté donde esté. Ya no es necesario residir en la ciudad donde se ubique la universidad. Todo aquel que quiera tendrá la universidad a un solo click. Además, cualquier ciudadano, o empresa, podrá comprobar el trabajo que se desarrolla en sus universidades y podrá hacer uso de él.

Portal Stanford online
Todo esto dará lugar a nuevos profesionales que gestionen estos nuevos canales de educación y cambiará la faz del mapa universitario español. Como podéis comprobar en el post anterior, muchos de estos cambios ya están en marcha. No sabemos cómo acabará esto, pero sueño con una universidad cercana a todos ya sea por medio de la red o de cualquier otro canal adecuado. Y entiendo que hay que hablar mucho, muchísimo, para organizar todos estos cambios. Y entiendo que estos cambios deben gestionarse y debatirse dentro del propio mundo universitario. Que sean los profesionales quienes debatan y pongan en práctica el modelo. Dicho menos suavemente, que todos los políticos dejen a la universidad fuera de sus objetivos. Ellos deben limitarse a financiarla y por supuesto velar por la buena utilización del dinero y no sólo con rédito económico, sino también como rédito cultural. La ahora tan famosa marca “España” se verá enormemente beneficiada con ello. 

El futuro se me antoja interesante. 

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