Crítica histórica: El crisol (1996), de Miller y Hytner.

Cartel del filme. Fuente: FilmAffinity
A mediados de la década de los noventa, el director teatral Nicholas Hytner y el afamado dramaturgo Arthur Milller se unieron para estrenar en 1996 la versión cinematográfica de su texto teatral El crisol (1953).

Acercarnos a esta película tiene para mí algunas grandes oportunidades. Para comenzar el poder indagar en la narrativa de dos textos - el teatral y el guion cinematográfico- similiares pero totalmente independientes. Porque, y ya lo dijo Umberto Eco, ¿por qué los que escriben ficción son escritores y los ensayistas no son considerados así? Todos debemos indagar, mejorar y razonar sobre el hecho de escribir. 

Evidentemente, el de ficción tiene que imaginar e inventar un mundo pleno de sentido y los que escriben ensayo tienen que ajustarse -en principio- a los hechos, pero ninguno de los dos estamos exentos de escribir bien. Hay una edición de bolsillo de la editorial Tusquets con ambos textos para realizar esta comparativa y ya, si nos ponemos estupendos, me haría con la edición de Cátedra, que aporta una excelente introducción y notas.

El segundo motivo es que esta obra nos pone ante el hecho de la influencia del presente tanto en las obras de ficción como en las obras históricas. La influencia del presente es obvia a poco que lo penséis tanto en la elección de temas como en la perspectiva que adoptamos para su estudio. Y es que es imposible entender la obra el Crisol sin atender a la caza de brujas acaecida en Estados Unidos a finales de los 40 y gran parte de los 50. 

Por cierto, el fanfarrón McCarthy tiene mucho menos protagonismo del que muchos imaginamos en dicha caza. Miller se dio cuenta que la lógica de la caza de brujas de Salem a finales del XVII y de la caza de comunistas era muy similar. La presunción de inocencia desaparecía y al reo solo le quedaba admitir su supuesta culpa y por otro lado la paranoia y la histeria colectiva.
Las niñas acusdadoras de Salem en un momento del metraje. Fuente: Mi cinefilia particular
El tercer motivo es que Miller al darse cuenta de dicha similitud actuó como un historiador y se sumergió en el estudio de las actas judiciales del caso de Salem. De hecho, y éste el cuarto motivo por el que me interesa el filme, muchos de los diálogos tanto de la obra teatral como del guion cinematográfico están calcadas de dichas fuentes. Es decir, el rigor histórico es una preocupación tanto del director como de Miller que también se extiende a decorados y cultura material, como se refleja en la pantalla. 

Winona Ryder en un momento del filme. 
Fuente:Pinterest
¿Estoy diciendo que se pueden, por tanto, equiparar un guión cinematográfico, literario y ensayístico? ¡No! Ni pueden ni deben. No debemos pedirle lo mismo a un ensayo que a una película u obra teatral. Si reflexionamos un poco nos daremos cuenta de las posibilidades para explicar historia y los límites de cada uno de los lenguajes. 

Por supuesto Miller se permite evidentes licencias literarias. Es que puede y debe, pues no está escribiendo ensayo pero, y aquí viene lo interesante, el filme te muestra con luz, sonido e imagen de manera magistral la lógica de una caza de brujas. 

En el filme podemos ver el transfondo económico, político y social de la misma. También la lógica de los jueces y cómo la paranoia va creciendo. También tenemos que destacar que ésta no está presentada de manera simplista de malvados jueves y pobres brujas. La vida, la historia no es es así y está llena de matices. Si unimos al rigor histórico a un elenco de actores de primera línea con una esplendorosa  Winona Ryder, el resultado es una más que interesante pelicula. 

¿Os animáis a verla?

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