En torno a la Microhistoria: dos o tres cosas que supongo he aprendido de ella

Esta es una de las entradas que me lleva rondando la cabeza casi desde que abrimos el blog. ¿Qué es la Microhistoria? ¿Qué significó para mí? Dos grandes preguntas que siempre, como digo, tuve cierto respeto en abordar en este blog dada la magnitud de la tarea.

Ya me he visto obligado por culpa de lo que llamo mi “minuto pedante”. Me explico, no me gusta nada la pedantería, pero como todos los de apasionados por su profesión, tengo mis arranques por más que lo intente evitar y por lo tanto sólo me permito un minuto pedante al día en el que mi chica me sufre en silencio con cara de interesarle. La expresión no es mía, pero creo que muchos nos veremos reflejados.

Como digo, el post llegó por un irrefrenable “minuto pedante”. Juan sabe que me gusta la Microhistoria y me mandó un enlace de un blog amigo, Historiae, en que se tocaba brevemente la cuestión. Esa misma noche hablamos por teléfono y la pedantería acumulada durante días estalló y le di una clase rápida. Se quedó callado por un momento y me dijo; “Es muy interesante lo que dices, ya sabes lo que te toca” Y aquí me veo, cual Lope de Vega. Un post me manda hacer Juan, que en mi vida me he visto en tanto aprieto.


En torno a la Microhistoria: dos o tres cosas que supongo he aprendido de ella. Biblioteca microhistórica de Licencia Histórica
Pila de libros consultados para esta y futuras entradas. Archivo propio.
Y es que la cosa tiene su miga. Como digo mi interés viene de lejos, pero una cosa es hablar informalmente de ello y otra muy distinta escribir algo sólido al respecto. Primer paso, sacar la artillería pesada. Con ello quiero decir un mínimo listado de libros que había que revisar y que adjunto. Revolución en mis ya revolucionadas estanterías (añado prueba gráfica) y búsqueda de esos viejos apuntes que andaban por ajadas carpetas. Había que revisarlo todo para hablar con un mínimo de criterio. 
  • Ginzburg, Carlo., El queso y los gusanos, Barcelona, Muchnik Editores, 1997. Esta es la edición que yo manejo. Actualmente está publicado por Península.
  • Ginzburg, Carlo., Historia nocturna. Las raíces antropológicas del relato, Barcelona, Península, 2003. Cómo no agotada. Edición infame, por otro lado, para un gran libro que se merece una edición cuidada.
  • Serna, Justo y Pons, Anaclet., La historia cultural. Autores, obras, lugares, Madrid, Akal, 2005. Reeditada en el mismo sello en 2013.
En torno a la Microhistoria: dos o tres cosas que supongo he aprendido de ella. Imágen de Carlo Ginzburg
Carlo Ginzburg
Y dejo fuera artículos como, inevitablemente volvemos a Ginzburg, Microhistoria: dos o tres cosas que sé de ella, ya reseñado en nuestra bibliografía. También dejo fuera del listado entrevistas y páginas que irán apareciendo por las entradas que dedicaré a este tema, por supuesto debidamente citadas para que podáis acceder al texto completo. Espero que entendáis mejor ahora mi desasosiego al enfrentarme a tan complicado tema.

Como ya comenté en la reseña El regreso de Martín Guerre, siempre me ha preocupado que mis textos sean atractivos desde el punto de vista de su forma. Y de nuevo las dudas, ¿dónde empieza la literatura? ¿dónde el lenguaje académico? Matizo, mi preocupación no vino de siempre. Fue al realizar el DEA, lo que ahora llamáis Máster o TFM, cuando me di cuenta que nos habían enseñado muchas cosas en la carrera y en el DEA, pero redactar no era una de ellas. Alguien me podrá decir que eso se presupone en un alumno de Humanidades, pero presuponer siempre 
es un error y prueba de ello es que muchos compartíamos esa sensación. De hecho, me comenta Juan, ese mismo error se da a menudo en la rama de Ciencias, tanto para aspectos técnicos como para enfoques menos científicos.

Tocaba buscarse la vida. ¿Cuáles habían sido para mí las lecturas más amenas en la carrera? Hubo muchas, especialmente Natalie Zemon Davis y en menor medida Carlo Ginzburg con sus quesos y gusanos. Digo en menor medida Ginzburg porque aún no había leído Historia nocturna. Las raíces antropológicas del relato, que supuso para mí un gran impacto. Ya llegaremos a ello. Zemon Davis había sido criticada por su lenguaje “demasiado literario”, pero yo en él veía una manera de acercarme al lector y no terminaba (no termino) de entender por qué por ello se perdía estatus científico.

Serna y Pons, en su libro La historia cultural, hablando de Duby, Ginzburg, Le Roy Ladurie (…) Darnton, la propia Zemon Davis o Carlo Cipolla (¡Vaya primeros espadas!)  dicen:
Para estos historiadores, el retorno a la narración no estaría ligado exclusivamente a los objetos que tratan, sino también  al deseo de llegar a un número de lectores cada vez mayor.  A juicio de Lawrence Stone, si esto se consigue no es sólo por el tipo de escritura, sino porque estos autores se formulan las mismas preguntas que inquieta a cualquier ciudadano.
Obviamente no todos estos autores son microhistoriadores. Es más, llamo la atención que el libro se llama La historia cultural, no La Microhistoria. Y esa es otra buena, porque yo aún no tengo muy claras las diferencias entre ambas, como tampoco tengo claras las diferencias metodológicas, caso de que las hubiera, entre El regreso de Martín Guerre de Zemon Davis y el El queso y los gusanos de Ginzburg.

El propio Ginzburg en una entrevista que utilizaremos mucho y que puedes consultar aquí dice; “Por momentos, la historia social de las últimas décadas ha parecido un alarde de orgullo de los vencidos de la historia.” Un momento, ¿Ginzburg no era microhistoriador? ¡Y ahora nos sale hablando de historia social en un libro de historia cultural! Y es que las fronteras entre ellas no están muy claras. Vamos a complicar aún más el panorama:
La microhistoria es por esencia una práctica historiográfica, mientras que sus referencias teóricas son múltiples y, en cierto sentido, eclécticas. El método, de hecho, se interesa ante todo y sobre todo por los procedimientos concretos y detallados que constituyen la obra del historiador, por lo que la microhistoria no es susceptible de definirse en relación con el relación con la microdimensión de sus temas. (...) La microhistoria no posee un cuerpo de ortodoxia establecida en qué apoyarse al igual que cualquier otro trabajo experimental. La amplia diversidad de materiales generados demuestra claramente lo reducido del ámbito de elementos comunes. Sin embargo, en mi opinión, esos pocos elementos comunes existentes en microhistoria son decisivos y constituyen el objeto que intentaré examinar aquí. 
Dicho de forma muy resumida, los microhistoriadores no son ni de lejos una escuela y es mucho más lo que los separa que lo que los une, por muy importante que sean los lazos. Y lo dice nada menos que Giovanni Levy, padre cofundador de la microhistoria junto a Ginzburg,  en un artículo titulado Sobre Microhistoria, que podéis encontrar en el citado Formas de hacer Historia.

En cualquier caso para mí estas disquisiciones en principio no me interesaban, mejor dicho no eran lo más importante para mí. Quedé fascinado por la vuelta a la narración y al deseo de llegar a un número de lectores cada vez mayor.

Había que saber más sobre estos microhistoriadores y a ello dediqué muchas lecturas durante el DEA. ¿Os apetece acompañarme en este redescubrimiento?

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