¿Cómo proteger la información importante? – Parte I: hardware

El único sistema seguro es aquél que está apagado en el interior de un bloque de hormigón protegido en una habitación sellada rodeada por guardias armados.

Gene Spafford
Hay un dicho propio de informáticos y similares que dice que existen dos tipos de usuarios: los que han perdido datos, y los que los van a perder. Es una visión algo apocalíptica, pero bastante cierta; la información en formato digital tiene la enorme ventaja de su manejabilidad, pero la contrapartida de estar sujeta a múltiples amenazas, siendo la principal de ellas los malos hábitos de usuario. Si lo que hemos perdido es una versión pirata de un videojuego nos podemos llevar un disgusto por perder la partida y no pasará de ahí, pero… ¿y si lo que perdemos es el documento con nuestra tesis, proyecto fin de carrera, documentación importante de un cliente, etc.?

Como ya citó Roberto al hablar sobre como redactar un trabajo de historia, se ven incluso casos de gente que pierde todo su trabajo tras un robo. Si bien en ciertos casos no se puede hacer más que usar el sentido común, intentaré dar unas pautas para evitar desastres y pérdidas de tiempo a la hora de proteger documentos importantes; para ello, les explicaré en esta entrada como minimizar los problemas del hardware generados por problemas como calor y picos de tensión, así sobre una primera versión básica sobre las copias de seguridad.
La frase inicial debería darles una pista; hagamos lo hagamos, en algún momento nuestro equipo nos la va a liar, y, aplicando las leyes de Murphy, lo hará en el peor momento. Bien sea porque se cuele un virus, porque el sistema operativo fenezca en singular combate contra el sector de arranque del disco duro, porque la placa base no lleve bien el viaje a Écija a mediados de Agosto, o porque nuestra sobrina pequeña decida experimentar acerca de los efectos de un vaso de zumo sobre un portátil, nuestro equipo y la información que contienen están expuestos. El invierno se acerca... sabiendo esto, lo que podemos hacer es estar preparados y minimizar las situaciones de riesgo.

Comencemos hablando de la protección del hardware; como ya saben, es la parte que podemos patear… y por tanto, romper; sobre software (la parte a la que sólo podemos maldecir) hablaré en entradas posteriores. Aquí muchos consejos que puedo darles se basan en el sentido común; podría hablarles de la seguridad existente en salas técnicas, pero no veo muy probable que sus requisitos puedan implicar poner falsos suelos para evitar inundaciones, o sistemas antiincendios basados en eliminar el oxígeno de la sala. Por lo general, los enemigos que tendrá un usuario particular serán ladrones, golpes, líquidos, electricidad y calor.

Sobre los tres primeros no hay mucho más que hacer que aplicar el sentido común y las precauciones normales; podemos aplicar alguna medida adicional, como fundas de portátil que lo camuflen, pero aquí yo haría autocrítica: ¿de verdad tengo necesidad de pasearme con mi Mac último modelo por ahí para lucirlo? Para el tema de los golpes y los líquidos también podemos recurrir a fundas adecuadas cuando nos desplacemos con el equipo, pero para cuando estemos ya instalados trabajando no hay mejor solución que evitar el riesgo. En todo caso, siempre hay quien nos puede dar alguna pista para la recuperación ante desastres en estos casos; ojo, que esto es a menudo para gente con ciertos conocimientos.

Con lo que sí podemos lidiar con medidas adicionales es con la electricidad y el calor; y es que si bien podemos evitar acercarnos al equipo con un vaso de agua el día que tenemos el pulso como para ir a robar panderetas, no podemos evitar el conectarlo a la red eléctrica, aunque sea a ratos, lo cual nos expone a los picos de tensión. Los equipos vienen con una protección mínima para los mismos, con lo que no cualquiera nos causará problemas (hay picos casi continuamente). Incluso alguno un poco intenso, pero no demasiado, puede fundir algún fusible, lo que nos obligaría a llevar el equipo al servicio técnico, pero probablemente sin que los daños sean irremediables. Pero aunque no lleguen a estropear nada, no son nada recomendables en otros aspectos ya que disminuyen la vida útil de los equipos y pueden ocasionar problemas a la hora de grabar o recuperar datos, por lo que nos hace falta protección adicional.

Como mínimo nos hará falta una regleta adecuada conectada a un enchufe con toma de tierra; estas van dotadas de fusibles, que en caso de sobretensión evitan que esta pase a los equipos. Lo que pasará es que tengamos que hacernos con una regleta nueva cada vez que se detecte un pico, ya que el fusible se funde en esas circunstancias; depende de donde vivamos y la calidad de la red eléctrica de nuestra casa tal vez no tengamos nunca este problema, o tal vez sea frecuente. En este último caso, lo más adecuado sería hacerse con un SAI. Estos dispositivos realmente regulan la tensión, y además funcionan como fuente de energía durante un cierto tiempo (según el modelo), lo cual también nos ayudaría en caso de corte de la alimentación. Tienen la desventaja de que son bastante más caros, pero en caso de necesidad puede merecer la pena.

Otro enemigo del hardware del que no podemos librarnos pero al que sí podemos combatir es el calor. De hecho, éste es uno de los principales enemigos del hardware, y un auténtico problema. Cuanto más potente es el microprocesador, más calor genera. Esto se debe al simple efecto Joule, y pasa con todos los dispositivos eléctricos; si tenemos un montón de equipos juntos, podemos convertir la sala en un horno y conseguir que los equipos empiecen a pasarlo francamente mal; en muchas salas técnicas el gasto en aire acondicionado supera al de los servidores a los que refrigeran. Supongo que a todos nos ha pasado que algún día de calor el equipo se nos ha reiniciado sólo; esto es un sistema de protección para evitar que realmente se dañe el equipo porque algún componente llegue a fundirse por estar sometidos a temperaturas mayores de 70 grados (varía según equipos). Normalmente parar unos minutos y dejar que se enfríe basta, pero es un riesgo importante para el equipo, y se nos puede acabar dañando algún componente aunque la placa base aguante bien, además de que casi seguro nos haga perder información.

¿Cómo combatimos este calor? Para empezar, los equipos vienen dotados de refrigeración, tanto con disipadores como con ventiladores. Es muy importante que los equipos tengan limpios los ventiladores (mucho ojo a las pelusas, pelos de gato, etc.), y que tengan acceso a aire fresco: no es buena idea tenerlos encajonados de forma que el aire caliente que sueltan sea el mismo que vuelven a introducir convirtiendo la corriente de aire generada en el simún. Si se trata de un ordenador de sobremesa, especialmente si elegimos comprar uno por componentes, podemos optar por refrigeración adicional, en cualquiera de sus formas, incluyendo refrigeración líquida, la cual es muy eficiente y totalmente silenciosa. Obviamente, si optan por esta última, no escatimen, porque con una fuga de líquido podemos montar la de san Quintín. Si optan por un portátil, además de mantener limpios los ventiladores y no exponer el equipo al solazo de agosto si nos da por trabajar con el Wi-Fi en el jardín, es muy útil tener en cuenta los equipos con carcasa de aluminio son mucho más eficientes disipando calor que los de plástico (además de soportar mucho mejor los golpes); además, a la hora de comprar una base para el mismo (recomendable por ergonomía), lo suyo es que tenga refrigeración. Además, conviene que siempre haya unos centímetros de espacio entre equipo y la superficie de trabajo, de forma que circule algo de aire; muy mala idea que el equipo esté en funcionamiento sobre camas, sofás, alfombras o incluso sobre nuestras rodillas sin un suporte adecuado, ya que al ser superficies blandas se hunde y el aire no circula.

Para concluir con esta parte, asumamos que aunque tomemos todas las precauciones razonables, con un uso normal, tarde o temprano, a nuestro equipo se le aparecerá una walkyria que lo guiará al Walhalla informático. Pero no nos va a preguntar antes de llevárselo, así que en todo caso debemos estar preparados para no perder la información que contiene. Hablaré en el siguiente post sobre los puntos de restauración y los backups del sistema, además de la programación de los mismos; en todo caso, si nos ceñimos al hardware, es preciso tener distintas copias de seguridad. Hay información de la que tenemos que tener varias copias en distintas partes; en el disco duro del equipo, en un disco duro externo, en un disco duro virtual, en un pendrive, en un DVD regrabable y hasta en el móvil. Y si podemos sincronizar todas las copias para que sea la misma versión en todos los casos, mejor que mejor. También hay datos que nos interesa conservar por comodidad en caso de problemas (por ejemplo, nuestra lista de favoritos perfectamente organizada), pero que si bien es un engorro volver a montar no representa perder el trabajo de semanas, así que en esos casos no hará falta volverse paranoico.

Esto aplica no sólo como recuperación ante desastres; es útil a la hora de hacer exposiciones en público, por ejemplo. Podemos ir con nuestro portátil a dar una charla con una presentación PowerPoint, y que nos falle en ese momento. Lo normal es que no podamos hacer mucho sobre la marcha para recuperar el equipo, pero si hemos tenido la precaución de llevar una copia en otro soporte (a poder ser en varios formatos compatibles, por si acaso), llegado el caso hasta en el correo, posiblemente nos puedan prestar un equipo y salgamos del paso.
De momento, hablando de la parte más física de todo esto, creo que ya he soltado bastante rollo; dentro de una temporada les explicaré la parte más lógica, intentando que entiendan la necesidad de un antivirus actualizado y un cortafuegos o firewall, las ventajas de programar y sincronizar puntos de restauración y copias de seguridad, y algunas precauciones básicas a la hora de manejar contraseñas y control de versiones. Aunque todo esto les pueda parecer ahora un poco grande, al cabo de poco tiempo será un hábito que consumirá muy poco tiempo y se evitarán muchos disgustos. Como dijeron Siniestro Total, “Ante todo, mucha calma”.

Juan Cabezas Alonso
Si lo puedo imaginar, lo puedo crear.

Comentarios

Entradas populares